Mi nombre es Milena Andrea
Garzón, mamá de Ana María Sanabria, quien es una hermosa niña que nació a los
siete meses, era, tan pequeña que cada vez que me tenía que ir y dejarla en el
hospital, me sentía vacia y dejaba mi corazón, mi vida entera. Ahora ya tiene diez años y
tiene una hermanita que nació dos años después, se llama Alejandra Sanabria,
quien es extrovertida y muy cariñosa, pues todo el tiempo nos dice que nos ama.
Me gusta recordar la literatura
en mi vida desde…
Un mundo lleno de dulces, tierra
y juegos de fantasía, pues ahí estaba yo, de pequeña, con aproximadamente cuatro
años, cuando me quedaba tras una malla, llorando por mi abuelita, porque no quería que me dejara.
Cuando se iba, y luego de un largo
llanto, sintiendo que me arrancaban el alma… jugaba con amiguitos del jardín de
niños, esperando la hora del cuento, porque me encantaba y lograba
transportarme a los bosques y paisajes de caperucita, pulgarcito, entre otros.
Al cumplir aproximadamente 120
llantos, llegaba la navidad, anhelada época de luz y color, pues la profe
margarita, nos leía la novena de una forma inolvidable.
Mientras nos relataba, hacia
sonidos con la mesa y yo sentía, ese temor de San José, afanado por encontrar un lugar para el bebe,
y golpeaba puerta por puerta sin encontrar ayuda.
En las tardes mi abuelita me
relataba historias de su niñez, mitos y algunas leyendas, era tan perfecta su
narración, que algunas veces me quedaba sin poder dormir, asustada y aferrada a
ella, pues me daba miedo de la llorona, la patasola, la madre monte y otros personajes que estaban en mi mundo.
Cuando entre a primero… ¡jajajajajaja mi abuelita!, me alcanzaba el tetero en el descanso por una ventanita y luego se iba…Aunque
quedaba triste por su partida, me quedaba atenta, sobre todo a la clase de
ciencias naturales y español, aunque fue traumático el escribir, pues yo nunca
aprendí la letra cursiva, en medio de estas clases donde se escaseaban los
juegos y los cantos.
Al llegar a cuarto de primaria
estuve rodada de libros y libros y más libros, pues mi tío tenía una gran
biblioteca, recuerdo como si fuera ayer el olor de los libros y la madera vieja
de allí.
Me encantaba estar en el altillo
de mi tío, pues en medio de mi juego, yo era una escritora y pintora, ponía los
cuadros que hacía y los pegaba a la ventana… y los vendía todos.
Al llegar a quinto, conocí a la
mejor profesora de español en mi vida, pues ella estímulo aún mas mi fantasía, ya que nos leía historias de
a mor y poesía.
Recuerdo, que gracias a ella le
hice comprar a mi abuelita muchos libros, que aunque no los entendiera del
todo, los llevaba a todos lados y los leía de una forma muy particular, pues en
mi mundo creía que era una gran cantante y me ponía a cantar los poemas o
historias de los libros.
Al llegar a sexto, sentí temor,
pues para ir al colegio tocaba en bus y aún no quería separarme de mi
abuelita, pero a medida que pasaba el tiempo, conocí compañeras, que pasaron a ser grandes amigas, con quienes
nos reuníamos para hacer tareas, íbamos a la casa de la cultura de suba,
visitábamos la biblioteca Luis ángel Arango y con quienes nos escapábamos a ver
cine arte o en algunas ocasiones para ir a rock al parque con las mochilas
terciadas a escuchar a Andrea Echeverry, Cafe tacuba, entre otros.
Escribíamos historias entre
todas, donde una empezaba, y la otra complementaba….fue una época bien especial
e inolvidable.
En noveno, leímos el Túnel, de
Ernesto Sábato y quedé anonadada, pues esta historia llena de toda clase de
sentimientos me parecía algo único, y fue tanto el aprecio por este libro,
que lo leí nueva mente en compañía de mi abuelita, quien también compartió
sentimientos con este libro.
Luego de terminar el colegio, de
casarme y de ser madre, y una feliz madre comunitaria, ingresé a la universidad
del Tolima, donde he tenido el privilegio de conocer gente maravillosa y aunque
ya muchos no estén los llevo en el corazón.
Me encanta el recorrido que hace Andrea por su vida plena de luz y fantasía a instancias de su abuela, sus primeros años escolares de miedos y alegrías, su adolescencia bohemia y el encuentro en todo momento con los libros. Todo eso recuerda a uno mismo, como si estuviéramos hechos de la misma tela, un gran lienzo de hoy estudiantes de Lengua Castellana. Además deja un sabor dulce y amoroso el marco de su perfil en el cual están de relieve sus hijas.
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